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🧠 Cuando lo “intuitivo” se vuelve rígido: crítica a la alimentación intuitiva y al mindfulness en nutrición

Por 6 de junio de 2025Sin Comentarios

En los últimos años, conceptos como alimentación intuitiva y mindful eating (alimentación consciente) han ganado muchísima popularidad. Se presentan como respuestas más amables, más humanas y menos restrictivas frente a la cultura de la dieta.
Y es verdad que, en muchos casos, han ofrecido alivio y herramientas útiles para personas que arrastraban una relación conflictiva con la comida.

Pero… ¿y si también estuviésemos cayendo en nuevas formas de normatividad disfrazadas de libertad?

Este artículo no es una crítica a quienes encuentran valor en estas prácticas. Es una invitación a pensar críticamente, especialmente desde una perspectiva feminista, anticapacitista y sensible a las realidades materiales que atraviesan nuestros cuerpos.

🍽️ Alimentación intuitiva: ¿liberación o nueva exigencia?

La alimentación intuitiva se basa en una serie de principios desarrollados por las dietistas Evelyn Tribole y Elyse Resch, que buscan reconectar con las señales internas de hambre, saciedad y deseo. En lugar de seguir reglas externas (dietas, horarios, restricciones), se propone “escuchar al cuerpo”.

En papel, suena liberador. Pero en la práctica, no todo el mundo puede comer “intuitivamente”. Y aquí empiezan los matices.

🧩 ¿Quién puede ser “intuitivo”?

  • Una persona con historial de TCA puede necesitar tiempo, estructura y acompañamiento antes de poder escuchar esas señales.
  • Alguien con ansiedad, depresión, autismo o alexitimia puede no registrar fácilmente señales corporales como hambre o saciedad.
  • Una persona que vive en pobreza alimentaria quizá no pueda elegir cuándo, cómo o qué comer. La intuición poco puede hacer cuando hay escasez.
  • Personas neurodivergentes o con trauma pueden experimentar la alimentación de forma disociada, confusa o sensorialmente incómoda.

Entonces, ¿qué pasa cuando a estas personas se les ofrece la alimentación intuitiva como única alternativa válida a la dieta?
Se genera una nueva norma, una exigencia disfrazada de libertad:
“Si no puedes comer intuitivamente, algo estás haciendo mal.”

🧘 Mindfulness y comida: ¿realmente consciente o moralizante?

La alimentación consciente o “mindful eating” tiene raíces en prácticas budistas de atención plena y ha sido adaptada en contextos clínicos. Su objetivo es reducir la automatización de ciertos hábitos y promover una relación más tranquila con la comida.

Pero al igual que con la alimentación intuitiva, hay que cuestionar cómo se traduce esta práctica en el mundo real:

  • ¿Puede una madre sola, con dos trabajos, hacer una pausa de 15 minutos para masticar lentamente en silencio?
  • ¿Es realista pedir que todas las comidas sean conscientes, ritualizadas, lentas… en una sociedad capitalista que nos exige productividad constante?
  • ¿Estamos usando el mindfulness como herramienta terapéutica o como forma encubierta de controlar la ingesta?

En muchos espacios, se ha instrumentalizado el “comer consciente” como estrategia de regulación calórica: come lento para comer menos, mastica mucho para reducir el hambre.
Y esto, una vez más, nos devuelve a la cultura de la dieta con otra cara.

🔍 Lo que estas prácticas pueden invisibilizar

Cuando convertimos lo “intuitivo” y lo “consciente” en estándares universales, corremos el riesgo de invisibilizar:

  • Las condiciones sociales, económicas y culturales que determinan cómo comemos.
  • Las diferencias corporales, neurodivergencias y realidades de salud mental.
  • Las vivencias traumáticas que desconectan a muchas personas de sus cuerpos.

Además, ambos enfoques —si se aplican sin perspectiva crítica— pueden convertirse en marcos individualistas, donde el foco está solo en “reconectar con tu cuerpo”, sin tener en cuenta el contexto estructural que modela esa relación.

💬 ¿Significa esto que no sirven?

No. Significa que no son para todo el mundo, en todo momento y de la misma forma.

La alimentación intuitiva y el mindfulness pueden ser herramientas valiosas si se usan con cuidado, adaptadas a cada historia y sin convertirse en dogmas.

Pero necesitan:

  • Acompañamiento profesional que no patologice ni presione.
  • Una mirada interseccional que respete la diversidad de corporalidades y experiencias.
  • Espacios que validen también la necesidad de estructura, de repetición, de no saber qué hacer, de transitar lo no intuitivo sin culpa.

🧠 Conclusión: cuestionar también es cuidarse

Las propuestas que nos invitan a volver al cuerpo, a confiar, a parar… son necesarias. Pero también necesitan crítica, porque ninguna herramienta está libre de contexto ni de ideología.

Cuestionar estos enfoques no es negarlos. Es cuidarlos. Es protegernos de nuevas exigencias disfrazadas de libertad.

La relación con la comida no necesita más reglas, ni aunque vengan en forma de “escucha”.
Necesita respeto, contexto y comunidad.

📚 ¿Te interesa profundizar más?

Algunas referencias clave para seguir pensando:

  • Bacon, L. & Aphramor, L. (2011). Weight Science: Evaluating the Evidence for a Paradigm Shift. Nutrition Journal.
  • Tylka, T.L. et al. (2014). The Intuitive Eating Scale–2: Development and validation. Journal of Counseling Psychology.
  • Hunger, J.M. et al. (2020). Weight stigma and health: The mediating role of self-stigma. AJPH.
  • Strings, S. (2019). Fearing the Black Body: The Racial Origins of Fat Phobia.
  • Nestle, M. (2015). Soda Politics. Oxford University Press.